Bendiciones disfrazadas
Bendiciones disfrazadas
Un hombre tenía un caballo muy hermoso, tan especial que los emperadores querían comprárselo al precio que fuera, pero él se negaba. Entonces, una mañana, descubrió que le habían robado el caballo.
Todo el pueblo
se reunió a su alrededor para mostrar sus condolencias y le dijeron:
-
¡Qué desgracia! Podría haber conseguido una
fortuna; te estaban ofreciendo tanto dinero. Pero has sido obstinado y mentecato,
y ahora te han robado el caballo.
-
No digan tonterías; lo único cierto es que el
caballo ya no está en el establo. Dejemos que venga el futuro y ya veremos que
nos depara.
Y en quince días
el caballo volvió, y no volvió solo, trajo consigo una docena de caballos
salvajes del bosque. Todo el pueblo
se reunió y dijeron:
-
¡El anciano tenía razón! Su caballo ha vuelto
trayendo consigo doce magníficos caballos. Ahora puede ganar todo el dinero que
quiera.
Fueron ante el
hombre y le dijeron:
-
Lo sentimos. No podíamos entender el futuro y
los caminos del Señor, ¡pero tú eres genial! Sabía que iba a pasar; puedes
vislumbrar el futuro.
-
¡Tonterías! – dijo el anciano -, lo único que sé
es que el caballo ha vuelto con otros doce; pero nadie sabe lo que ocurrirá mañana.
Y al día
siguiente ocurrió que mientras el hijo del anciano estaba tratando de domar a
uno de los caballos, se cayó y se rompió las piernas. Todo el pueblo volvió a
reunirse y dijeron:
-
Tenías razón, nunca se sabe que va ocurrir; la vuelta
del caballo ha resultado ser una maldición. Más valdría que no hubiera vuelto. Ahora
tu hijo se quedara paralítico para el resto de su vida.
-
No adelanten conclusiones – dijo el anciano -.
Esperen a ver qué
pasa. Lo único que sabemos seguro es que mi hijo se ha roto las piernas; eso es
todo.
Y ocurrió que
quince días después los jóvenes de la localidad fueron llamados a filas por el
gobierno porque su país iba entrar en guerra. Solo quedó el hijo del anciano
porque no sería útil en la batalla. Todos se reunieron y dijeron:
-
¡Nuestros hijos se han ido! Al menos tú tienes a
tu hijo contigo. Puede que este paralitico. ¡pero al menos está aquí! Nuestros hijos
han sido reclutados y el enemigo es muy superior; caerán en la batalla. No tendremos
a nadie que cuide de nosotros cuando nos hagamos mayores, y tú por lo menos
tienes un hijo que puede curarse.
-
Solo podemos decir que nuestros hijos han sido
llamados a filas – respondió el anciano-. Mi hijo se ha quedado, pero no podemos
concluir nada.
¡Simplemente declara
lo ocurrido! No pienses que las cosas son una bendición o una maldición. No las
intérpretes y pronto te darás cuenta de que todo es muy hermoso.
Del libro, juego de la transformación.
Del libro, juego de la transformación.
Buen día.
Psic.ezequiel@gmail.com
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